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En
Madrid, a 29 de septiembre de 2016
IN MEMORIAM
Falleció ayer, en acto de servicio, el abogado
Oscar Melchor Rodríguez Valverde, compañero adscrito al Turno de Oficio desde
1.992, cofundador del Servicio de Orientación Jurídica de Menores cuando esa
nueva jurisdicción daba sus primeros pasos desde la nada.
Se nos fue de forma brusca y repentina,
víctima de un infarto en los locutorios de Plaza de Castilla, mientras trataba
de ayudar a un ciudadano carente de recursos en el ejercicio de su legítimo
derecho de defensa, como ha hecho en tantas ocasiones durante éstos
veinticuatro años de generoso servicio a los más desfavorecidos, poniendo todo
su empeño, profesionalidad y entrega en cada una de sus actuaciones letradas.
Nuestro reconocimiento a su digna labor, es al
mismo tiempo un reconocimiento a la digna labor que todos los días del año,
todas las horas de cada día, desempeñan muchos abogados de oficio en toda
España, pese a la escasez de medios con que son dotados, y pese al escaso
reconocimiento que en diversas cuestiones de variada índole reciben a cambio de
su abnegada vocación de servicio público, con riesgo en ocasiones incluso de
sus propias vidas y haciendas, pues no son pocas las veces en las que tienen
que enfrentarse a situaciones colaterales muy complicadas a consecuencia de su
labor de defensa.
Es un sentimiento unánimemente compartido
entre todos los compañeros del turno que nuestra entrega y dedicación no es
suficientemente correspondida desde las distintas administraciones públicas y
desde distintos puntos de vista. Hasta fecha reciente, los abogados de oficio
ni siquiera teníamos acceso al sistema sanitario público. Hasta fecha reciente,
no había en la sede general de los Juzgados de Plaza de Castilla un fibrilador,
aparato de fácil y sencillo manejo, pensado para el
uso por personal no sanitario, cuya presencia puede ser determinante para que
la balanza entre la vida y la muerte se incline a favor de la vida. En muchas
sedes judiciales brilla aún por su ausencia éste sencillo aparato, que debiera
formar parte del paisaje en todo edificio público, al mismo nivel que los
habituales extintores, y con mayor razón en unos espacios a los que acude
diariamente mucha gente, y en los que se vive una atmósfera de tensión y
nervios consustancial a las cuestiones que allí dentro se debaten y deciden
cada día.
Es buen momento para que los
poderes públicos reflexionen acerca de si la generosidad y entrega de éstos
profesionales de la justicia está siendo suficientemente correspondida.
Nuestro más sentido pésame a los familiares,
compañeros de despacho y amigos de nuestro querido e inolvidable Oscar.
LA JUNTA DIRECTIVA
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